Estimados amigos y compañeros:
Aún siendo este un acto electoral de fin de campaña, aunque estemos tan cerca de las elecciones del día 25, me
gustaría aprovechar la oportunidad que me habéis brindado no para pediros el
voto, sino para pediros vuestra confianza y vuestra implicación en el proyecto
de centro liberal en el que estamos trabajando (bueno, y ya que estamos, de
paso os pediré que nos votéis el día 25).
Por ello, para conseguir vuestra implicación en este proyecto, que no es
mío ni de los miembros del partido, sino que quiero que sea vuestro y nuestro.
Para ello, quiero explicaros quién soy y qué somos.
Quizá yo no sea el político al uso. Tengo 34 años, no llevo 30 años
dedicándome a la política, como los dirigentes de PP y PSOE, y me dedico a ganarme
la vida con mi trabajo. En pocas palabras, soy Óscar Martínez Rodríguez, voy a
cumplir 34 años, nacido en Vigo, pero con raíces andaluzas puesto que la mitad
de mi familia es de Almería, Abogado, Asesor de Empresas y Administrador de
Fincas. Eso es lo que soy, y además de eso, tengo inquietudes políticas, por
eso me he acercado a la política, porque creo que hay muchas cosas que, en
beneficio de todos, deberían cambiar.
Y es que a mi hay dos cosas que no me convencen:
- Los políticos.- Ya que no creo que ser político sea una profesión, sino
una vocación. Por ello, nadie puede hacerse eterno en la política, sino que si
verdaderamente se tuviera vocación de servicio público, uno se dedicaría a ello
temporalmente y, si fuera posible, lo compatibilizaría con un trabajo, en vez
de pensar sólo en el sueldo de político, porque existe un gran riesgo de que el
“político”, cuando no tiene otra alternativa vital para desarrollar su vida, se
preocupe única y exclusivamente de su sillón, y no de los ciudadanos a los que
dice representar.
- Los apolíticos.- Porque las decisiones políticas condicionan nuestra vida
desde que nos levantamos hasta que nos acostamos, e incluso cuando dormimos,
por lo que no podemos pensar en la política como un mal necesario que no nos
incumbe, sino que debemos considerar la política como el instrumento para
cambiar las cosas. Y es que, utilizando las palabras de Obama, YES WE CAN,
entre todos podemos cambiar la realidad de las cosas.
Una vez explicado quien soy, me gustaría explicaros que somos, que es CDL.
Dentro del liberalismo, como sucede en todas las ideologías, hay diferentes
interpretaciones y sensibilidades. Nadie debe arrogarse ni la definición ni la
representación del liberalismo auténtico, porque sería poco liberal pensar que
uno está en posesión de la verdad absoluta.
Aceptado lo anterior, conviene aclarar algunas cosas, dado que la ideología
liberal viene sufriendo manipulaciones sectarias, groseras y abusivas por parte
de aquellos, tanto de derechas como de izquierdas, que pretenden apropiarse de
la concepción liberal como etiqueta en su propio beneficio. Por ello, debe
negarse categóricamente que la simple aceptación, forzada y parcial, de ciertos
principios liberales, les convierta a unos y otros, en liberales, dado que
existen en ambos un componente antiliberal imposible de disimular: No tienen,
en síntesis, fe en el individuo ni están dispuestas a centrar en él la acción
política básica, sino que están más preocupados en mantener sus infraestructura
como partidos.
Por ello han decidido ganar el mayor tiempo posible aferrándose al
liberalismo sólo en aquello que les conviene, rellenando sus lagunas
ideológicas con el pragmatismo y el oportunismo más absolutos, aún cuando ello
les conduzca a posiciones radicalmente contrarias a su esencia ideológica y,
obviamente, al liberalismo.
Sin embargo, por más que intenten ocultarlo, sus características básicas
acaban emanando de una u otra forma. A los conservadores les sigue gustando
conservar y a los socialistas, socializar. Y por ahí, ciertamente, no se va ni
se llega al futuro.
Pongamos un par de ejemplos ilustrativos de lo que estoy diciendo. Seguiré
para ello a uno de los grandes liberales de la transición y de la época actual,
Antonio Garrigues Walker:
- No es liberal la persona que confiesa y defiende sentimientos xenófobos o racistas como hace en estos momentos un alto porcentaje de la ciudadanía del mundo occidental.
- No es liberal la persona que pretende poseer, nada más y nada menos, que la verdad absoluta.
- No es liberal, en concreto, quien afirma que su religión además de ser verdadera, es la única verdadera y que, por ende, las demás son falsas.
- No es liberal el que defiende tradiciones o privilegios aunque sean causa importante de desigualdades; ni tampoco el que acepta esas desigualdades como inevitables, e incluso naturales a la condición humana.
- No es liberal el que coloca a la sociedad como un valor superior al individuo y a la igualdad como un principio que prevalece sobre el de libertad.
- No es liberal el que mitifica y sacraliza el mercado como la panacea universal. El liberalismo entiende que, por regla general, el mercado es el sistema que permite una asignación más eficiente de los recursos y por ende el que mejor facilita no sólo la creación sino también la distribución de la riqueza. Pero si por cualquier razón ello no fuera así, el liberalismo ha defendido y defenderá inequívocamente la actuación del sector público y su intervención directa, con tal de que el proceso pueda ser controlado en todo momento por la sociedad civil.
El liberalismo se opone, sin la menor reserva, a toda forma de
concentración de poder económico, sea público o privado, y por ello reclama una
aplicación estricta de las leyes antimonopolio y de las normas que defienden
una competencia leal. El liberalismo no tiene nada que ver con el llamado
«capitalismo salvaje» porque este provoca la indefensión y la opresión del
ciudadano.
El liberalismo protesta contra un mundo en el que se están acentuando las
desigualdades tanto a nivel internacional como nacional, justamente porque se
falsifican y se adulteran las reglas del mercado en beneficio de los más
poderosos.
No hay peor ni más falso liberal, dicho sea con el mayor respeto, que aquel
que limita su liberalismo al mundo económico. O se es liberal en todo o no se
es liberal en nada. El liberalismo no es simplemente ni fundamentalmente una
teoría económica. Todo lo contrario. El liberalismo concede un valor decisivo,
a los planteamientos morales sin los cuales el sistema se encanalla y se
derrumba, como ha sucedido y está sucediendo con el sector financiero y el
inmobiliario.
Y como muestra, un botón. Cierto es que participamos en los actos de
celebración de “La Pepa”, como no podría ser de otro modo, dado que somos
democráticos y, en especial, liberales, y LA PEPA no es sino la primera
constitución liberal de España, la que abrió paso a las libertades en una
sociedad absolutista, la que condujo España hacia la era moderna.
Otra cosa fue la forma de celebrar dicho bicentenario, esto es, celebrando
la primera constitución liberal, una constitución centrada en los ciudadanos,
con los ciudadanos detrás de una barrera. Eso fue, como mínimo, poco liberal.
Siguiendo a Martin Luther King, os diría QUE HE TENIDO un sueño. He soñado
que los ciudadanos nos poníamos de acuerdo para librarnos del yugo absolutista
impuesto por la partitocracia y por los tan mencionados mercados. He soñado que
los ciudadanos despertábamos de nuestro letargo y nos dábamos cuenta de que en
nuestras manos está el cambiar la realidad actual. He soñado que dejaré a mis
hijos un mundo mejor que el que me encontré al llegar.
Acabo como empecé. No quiero vuestro voto, quiero vuestro apoyo, vuestro
compromiso y ayuda para que no yo, ni los demás miembros de CDL, sino VOSOTROS,
NOSOTROS, hagamos todo lo posible para que las personas estén por encima de
todo, para que sean el centro de la política y de las acciones políticas.
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